Ya tenemos en nuestra biblioteca la última película de R. Sorogoyen. Que Dios nos perdone es una gran película con un estupendo guión, elaborado entre R. Sorogoyen e Isabel Peña, con la que pudimos mantener videocomunicación hace un par de años sobre Stockholm, película que también puedes pedir en préstamo en nuestra biblioteca.
No voy a resumir ni a contar nada de Que Dios nos perdone que no aparezca en la propia carcasa, solo voy a analizar algunos elementos que la hacen tan interesante para nuestro grupo. Hay otros muchos aspectos como la visión crítica sobre la policía, la sociedad, la Iglesia… que dan para debatir muchos cafés y muchas horas pero ahora vamos a verla en ojos de mujer. El punto de partida es la agresión a mujeres mayores. ¿Cómo se transmite esa agresión?, ¿cómo se muestra el cuerpo de la mujer? y ¿qué efecto produce al verla?:
- Los cuerpos de mujeres desnudos que muestra se alejan de los cuerpos esbeltos que responden al canon de belleza femenino: los vemos y no los deseamos. Es de las pocas películas en las que no somos floreros para ser contemplados. Porque incluso rotos, demacrados o agredidos los cuerpos de mujer son tratados habitualmente en el cine de una manera insana: despiertan deseo o, como poco, nos acostumbran pasivamente a contemplar la violencia sobre la mujer, la cual al mostrar un pecho hermoso o unas curvas atractivas hacen que la agresión no nos resulte tan desagradable, “dulcificación” bastante peligrosa y muy cuestionable, incluso hay quien los mira con cierta complacencia.
- Abundan las mujeres mayores y ancianas. Pocas ocasiones hemos tenido de ver en el cine a mujeres mayores, normalmente si las mujeres se dejan canas o arrugas ya no figuran en la cartelera. De hecho es frecuente ver jóvenes mujeres que representan personajes mayores ¿porque las mujeres mayores no son buenas actrices? no, claro que no. Tal vez sea porque no son reclamo para una película, ¿pero por qué repugna tanto la vejez?, ¿es que las mujeres no deben envejecer? Tampoco los hombres suelen aparecer mayores, es cierto. La vejez está vetada. Tenemos que ver habitualmente en pantalla una sociedad joven o que quiera parecerlo.
- La forma de mostrar el cuerpo de la mujer nos recuerda la obra de una artista feminista: Ana Mendieta en Rape scene (1973) en la que reivindica que la sociedad no puede quedarse quieta ante la agresión contra la mujer, protesta directa, dura y muy explícita contra el estatismo o el inmovilismo general. Las imágenes violentas en Que Dios nos perdone son descarnadas y desagradables, hacen que cerremos los ojos o miremos inquietas, nos hacen revolvernos en los asientos. No creo que nadie vea la película sin sentir que se le rompe algo por dentro. Desagradable pero efectivo: la violencia sobre la mujer resulta repugnante.
La recomiendo encarecidamente. Te atrapa y consigue que no apartes la vista de la pantalla.
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