Dramática,
tierna e inquietante película dirigida por una joven iraní en defensa de la
paz, de la no violencia (ni explícita ni implícita), de tolerancia frente al
fanatismo, por el acceso a la educación y a una educación no sexista.
En cuevas próximas
al lugar donde el régimen talibán dinamitó las colosales estatuas de Buda viven
muchas familias, una de las cuales es la de la protagonista de la historia, una
niña afgana de seis años. Desde el primer momento el movimiento de la cámara
que sigue los pasos de la niña consigue sobrecogernos al visualizarse la historia a modo de
documental. Nos angustia la ausencia de su familia y cómo deja atado al bebé del
que le responsabilizan antes de marchar; las enormes brechas que tiene que
salvar en su camino (y mientras camina grita “¡mamá, me voy a caer!”); el acoso de los niños que juegan
cruelmente a emular a los talibanes (“eres
una pecadora, te vamos a lapidar, son órdenes de Dios, ¡arrepiéntete!”); la
indiferencia de los mayores ante su deseo de ir a la escuela y “aprender historias divertidas”… Varias
pinceladas de humor logran relajar la tensión a lo largo de este dramático relato
(“perro, no me comas, que tengo que
comprar un cuaderno”) antes de ese impactante “Muérete, si no, no serás libre”.