jueves, 17 de diciembre de 2015

El frío en 53 días de invierno

53 días de invierno es para mí una película que se caracteriza por una serie de elementos que voy viendo reiterados en las películas dirigidas o escritas por mujeres: el ritmo lento y la importancia de los silencios, de lo íntimo y de los sentimientos. 
La verdad es que el ritmo lento y la ausencia de música en muchas escenas viene a subrayar la complejidad del ser humano, es decir, la importancia de los sentimientos que no se ven, no se huelen ni se tocan pero que están ahí, invadiéndolo todo. 53 días de invierno es una película dura en la que poco a poco la directora y la guionista nos van dejando a la intemperie, nos van desarropando de todo lo que nos protege y nos dejan inmersos en el frío de la soledad, de esa soledad que nos invade cuando menos la necesitamos, cuando se supone que estamos en un buen momento, rodeados de gente maravillosa… y de pronto ahí nos vemos: solos, desamparados, sin fuerza para articular una palabra o hacer un gesto, con miedo de reconocer los errores o pedir perdón. 53 días de invierno hiela pero a la vez te hace desear abrazar a tus seres queridos y pedirles que sigan ahí, que no se vayan. Una estupenda película en la que solo pasa lo que suele pasar.