Una joven inmigrante africana, que no habla español, cae enferma en alguna ciudad de la España contemporánea. Urge que la visite un médico pues tiene apendicitis y la situación se agrava por momentos. La familia que la acoge y la protege sabe que, si consiguen que la atiendan en algún hospital, seguramente será luego deportada. Por ello ponen en marcha múltiples estrategias de solidaridad comunitaria y vecinal, no exentas de humor e ingenio.
Con todo creo que la autora pretende contraponer la rigidez de los mecanismos burocráticos estatales frente a las dinámicas vecinales de cuidado y ayuda y, sobre todo, la defensa del acceso universal a la salud como derecho fundamental básico así como la denuncia de la vulnerabilidad de un colectivo como los inmigrantes sin papeles que, sin apoyo institucional, quedan a merced de la ayuda y protección de los convecinos.